El rostro de Santa Catalina de Alejandría, de Caravaggio, tiene una mirada distraída que entra perfectamente en el contexto de la realidad actual, en la que mirar algo que esté fuera de la pantalla del móvil es un auténtico esfuerzo para muchas personas. En este caso, una luz muy especial, cuyo significado no reveleremos, capta realmente su atención y el cabello de la mujer parece elevarse ingrávido ante el destello.

Para esta obra he seguido una técnica de arte clásico en la cual se utilizaba la pintura más barata de la época, como los colores terrosos, el siena tostada, etc para las primera capas. Después apliqué capas más ocres y cada vez más claras, aunque sin llegar a la capa de casi blanco que utiliza Cravaggio para la capa final, ya que la intención no era hacer una copia, sino una base para un cuadro algo diferente y el rostro no debía estar tan iluminado. Como antiguamente, los colores más caros y preciados de azul, amarillo y algunos rojos, se han aplicado al final en la medida necesaria. Para el resto de elementos, el estilo ha sido más contemporáneo.