"El IndÃgena"
Obra original, Assemblage sobre Papel, Pieza única
Precio: 600 €
Resumen de la obra original
Medidas: 60 ancho x 80 alto cm.
Año: 2017
Vendido con marco
Listo para colgar
Ada Pérez GarcÃa se nos presenta como pintora materialista y por ello, si no la malinterpretamos, entendemos que sus cuadros, concebidos por ella misma como estromas, como configuraciones del mundo visible que se entretejen encubriendo otras realidades que quedan en el reverso, son representaciones que intentan triturar crÃticamente una serie de situaciones en las que se anudan ideas éticas, morales y polÃticas que pasan por ser modelos prácticos de nuestro presente ideológico.
El cuadro El indÃgena forma parte de la serie que completa la exposición Andrés López de Medrano: imagen, tiempo y realidad, conmemorativa del duocentésimo aniversario de la publicación de la obra de éste, Tratado de Lógica o Elementos de filosofÃa moderna destinados al uso de la juventud dominicana. No ha sido concebido, por tanto, como un cuadro exento, sino que ha sido pensado para concatenarse con los otros: Medrano Time-Life, La prensa en la Ilustración del S.XIX, La España de ultramar, La España peninsular, Entre la escolástica y el sensualismo y Bio-cartografÃa de Andrés López de Medrano. Desde el lugar que ocupa en el conjunto apreciamos cómo la América Hispana, en la que se resuelve el mapa-retrato de Medrano, se vuelve hacia sus ancestros precolombinos.
La estampa del indÃgena, seguramente engalanado para una ceremonia tribal, que adivinamos configurada por los signos primitivos y las manchas abstractas que armoniosamente combinan el azul y el amarillo, podrÃa muy bien evocar, fuera del contexto estromático en el que se inscribe, la nostalgia por una cultura desaparecida. Desde los supuestos del relativismo cultural, que no perdona a los españoles el haber truncado las culturas indÃgenas en su momento de juvenil apogeo, el nativo empenachado que intuimos serÃa sÃmbolo a reivindicar como toma de conciencia indigenista que ve en los conquistadores meros depredadores y genocidas.
Pero Ada Pérez no quiere caer en esa maquinación que considera el significado histórico del Descubrimiento y de la Conquista desde el único punto de vista de una moral subjetiva atenta solo a los aspectos psicológicos, lo cual a más de cinco siglos de distancia no es sino un proceder ridÃculo. La apreciación del significado histórico de ese perÃodo solo puede tener lugar en el plano de una cultura histórica objetiva. Y ahà es, donde los estromas representativos de Ada Pérez parece que nos quieren situar.
En efecto, lo primero que llama la atención en los trazos y signos de la composición es que éstos aparecen disgregados, como queriendo ser metáfora de la falta de unidad interna de aquellos pueblos indÃgenas que hablando diferentes lenguas, adorando a diferentes dioses, teniendo distintas costumbres y maneras polÃticas no podÃan, en modo alguno, tener unos de otros una recÃproca comunicación. Es por medio de la conquista española, latente en los otros cuadros del tapiz que forman la obra completa dedicada a Medrano, como comienzan a gestarse los principios de una unidad linguÃstica, jurÃdica, y religiosa. Y asà el discurso pictórico de Ada Pérez, crÃtico contra quienes se empeñan hoy en mantener intactas las instituciones tribales, quiere subrayar, desde la distancia histórica, cómo las acciones emprendidas por los españoles llevaron, al cabo del tiempo, a una unidad cultural compatible con la mezcla genética propagada por toda la América Hispana ya firmemente consolidada institucionalmente en época de Medrano. Desde la segunda mitad del siglo XVIII en las principales ciudades de la América Española se establecieron organismos como las Sociedades Económicas de Amigos del PaÃs, que al igual que la Iglesia y las Universidades, contribuyeron a fortalecer esa unidad cultural común que ya habÃa comenzado a gestarse. Por eso, lo que el "indÃgena" de Ada Pérez representa no es otra cosa que el reverso mismo que no vemos, esto es, la unidad social y cultural de la América hispana que ha de ponerse en el proceso mismo de constitución de unas relaciones entre las partes de América que se han mediado a través de España. La noción de Hispanidad, que tantas adherencias negativas tiene hoy, cabrÃa reivindicarla precisamente en función de esas relaciones, que a través del español como idioma común siguen teniendo hoy plena vigencia.
Carmen Baños Pino, doctora en FilosofÃa por la Universidad de Oviedo.
Gijón, 29 de septiembre de 2017
El cuadro El indÃgena forma parte de la serie que completa la exposición Andrés López de Medrano: imagen, tiempo y realidad, conmemorativa del duocentésimo aniversario de la publicación de la obra de éste, Tratado de Lógica o Elementos de filosofÃa moderna destinados al uso de la juventud dominicana. No ha sido concebido, por tanto, como un cuadro exento, sino que ha sido pensado para concatenarse con los otros: Medrano Time-Life, La prensa en la Ilustración del S.XIX, La España de ultramar, La España peninsular, Entre la escolástica y el sensualismo y Bio-cartografÃa de Andrés López de Medrano. Desde el lugar que ocupa en el conjunto apreciamos cómo la América Hispana, en la que se resuelve el mapa-retrato de Medrano, se vuelve hacia sus ancestros precolombinos.
La estampa del indÃgena, seguramente engalanado para una ceremonia tribal, que adivinamos configurada por los signos primitivos y las manchas abstractas que armoniosamente combinan el azul y el amarillo, podrÃa muy bien evocar, fuera del contexto estromático en el que se inscribe, la nostalgia por una cultura desaparecida. Desde los supuestos del relativismo cultural, que no perdona a los españoles el haber truncado las culturas indÃgenas en su momento de juvenil apogeo, el nativo empenachado que intuimos serÃa sÃmbolo a reivindicar como toma de conciencia indigenista que ve en los conquistadores meros depredadores y genocidas.
Pero Ada Pérez no quiere caer en esa maquinación que considera el significado histórico del Descubrimiento y de la Conquista desde el único punto de vista de una moral subjetiva atenta solo a los aspectos psicológicos, lo cual a más de cinco siglos de distancia no es sino un proceder ridÃculo. La apreciación del significado histórico de ese perÃodo solo puede tener lugar en el plano de una cultura histórica objetiva. Y ahà es, donde los estromas representativos de Ada Pérez parece que nos quieren situar.
En efecto, lo primero que llama la atención en los trazos y signos de la composición es que éstos aparecen disgregados, como queriendo ser metáfora de la falta de unidad interna de aquellos pueblos indÃgenas que hablando diferentes lenguas, adorando a diferentes dioses, teniendo distintas costumbres y maneras polÃticas no podÃan, en modo alguno, tener unos de otros una recÃproca comunicación. Es por medio de la conquista española, latente en los otros cuadros del tapiz que forman la obra completa dedicada a Medrano, como comienzan a gestarse los principios de una unidad linguÃstica, jurÃdica, y religiosa. Y asà el discurso pictórico de Ada Pérez, crÃtico contra quienes se empeñan hoy en mantener intactas las instituciones tribales, quiere subrayar, desde la distancia histórica, cómo las acciones emprendidas por los españoles llevaron, al cabo del tiempo, a una unidad cultural compatible con la mezcla genética propagada por toda la América Hispana ya firmemente consolidada institucionalmente en época de Medrano. Desde la segunda mitad del siglo XVIII en las principales ciudades de la América Española se establecieron organismos como las Sociedades Económicas de Amigos del PaÃs, que al igual que la Iglesia y las Universidades, contribuyeron a fortalecer esa unidad cultural común que ya habÃa comenzado a gestarse. Por eso, lo que el "indÃgena" de Ada Pérez representa no es otra cosa que el reverso mismo que no vemos, esto es, la unidad social y cultural de la América hispana que ha de ponerse en el proceso mismo de constitución de unas relaciones entre las partes de América que se han mediado a través de España. La noción de Hispanidad, que tantas adherencias negativas tiene hoy, cabrÃa reivindicarla precisamente en función de esas relaciones, que a través del español como idioma común siguen teniendo hoy plena vigencia.
Carmen Baños Pino, doctora en FilosofÃa por la Universidad de Oviedo.
Gijón, 29 de septiembre de 2017

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Publicado en ARTEnet desde: 11 Abril , 2019
Última actualización: 19 Febrero , 2021
Última actualización: 19 Febrero , 2021
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Detalles de la obra original
Assemblage sobre Papel
Medidas: 60 x 80 cm.
Año de creación : 2017
Vendido con marco
Listo para colgarEstilo / Tema
Estilo: Contemporáneo
Temática: CulturaResumen
El cuadro El indÃgena (61x52cm. mixta, papel, 2017), forma parte de la serie que completa la exposición Andrés López de Medrano: imagen, tiempo y realidad, conmemorativa del 200 aniversario de la publicación de su obra, Tratado de Lógica o Elementos de filosofÃa moderna destinados al uso de la juventud dominicana. No ha sido concebido, por tanto, como un cuadro exento, sino que ha sido pensado para concatenarse con los otros: Retrato, Medrano Time-Life, La prensa en la Ilustración del S.XIX, La España de ultramar, La España peninsular, Entre la escolástica y el sensualismo y Bio-cartografÃa de Andrés López de Medrano.Descripción
Ada Pérez GarcÃa se nos presenta como pintora materialista y por ello, si no la malinterpretamos, entendemos que sus cuadros, concebidos por ella misma como estromas, como configuraciones del mundo visible que se entretejen encubriendo otras realidades que quedan en el reverso, son representaciones que intentan triturar crÃticamente una serie de situaciones en las que se anudan ideas éticas, morales y polÃticas que pasan por ser modelos prácticos de nuestro presente ideológico.
El cuadro El indÃgena forma parte de la serie que completa la exposición Andrés López de Medrano: imagen, tiempo y realidad, conmemorativa del duocentésimo aniversario de la publicación de la obra de éste, Tratado de Lógica o Elementos de filosofÃa moderna destinados al uso de la juventud dominicana. No ha sido concebido, por tanto, como un cuadro exento, sino que ha sido pensado para concatenarse con los otros: Medrano Time-Life, La prensa en la Ilustración del S.XIX, La España de ultramar, La España peninsular, Entre la escolástica y el sensualismo y Bio-cartografÃa de Andrés López de Medrano. Desde el lugar que ocupa en el conjunto apreciamos cómo la América Hispana, en la que se resuelve el mapa-retrato de Medrano, se vuelve hacia sus ancestros precolombinos.
La estampa del indÃgena, seguramente engalanado para una ceremonia tribal, que adivinamos configurada por los signos primitivos y las manchas abstractas que armoniosamente combinan el azul y el amarillo, podrÃa muy bien evocar, fuera del contexto estromático en el que se inscribe, la nostalgia por una cultura desaparecida. Desde los supuestos del relativismo cultural, que no perdona a los españoles el haber truncado las culturas indÃgenas en su momento de juvenil apogeo, el nativo empenachado que intuimos serÃa sÃmbolo a reivindicar como toma de conciencia indigenista que ve en los conquistadores meros depredadores y genocidas.
Pero Ada Pérez no quiere caer en esa maquinación que considera el significado histórico del Descubrimiento y de la Conquista desde el único punto de vista de una moral subjetiva atenta solo a los aspectos psicológicos, lo cual a más de cinco siglos de distancia no es sino un proceder ridÃculo. La apreciación del significado histórico de ese perÃodo solo puede tener lugar en el plano de una cultura histórica objetiva. Y ahà es, donde los estromas representativos de Ada Pérez parece que nos quieren situar.
En efecto, lo primero que llama la atención en los trazos y signos de la composición es que éstos aparecen disgregados, como queriendo ser metáfora de la falta de unidad interna de aquellos pueblos indÃgenas que hablando diferentes lenguas, adorando a diferentes dioses, teniendo distintas costumbres y maneras polÃticas no podÃan, en modo alguno, tener unos de otros una recÃproca comunicación. Es por medio de la conquista española, latente en los otros cuadros del tapiz que forman la obra completa dedicada a Medrano, como comienzan a gestarse los principios de una unidad linguÃstica, jurÃdica, y religiosa. Y asà el discurso pictórico de Ada Pérez, crÃtico contra quienes se empeñan hoy en mantener intactas las instituciones tribales, quiere subrayar, desde la distancia histórica, cómo las acciones emprendidas por los españoles llevaron, al cabo del tiempo, a una unidad cultural compatible con la mezcla genética propagada por toda la América Hispana ya firmemente consolidada institucionalmente en época de Medrano. Desde la segunda mitad del siglo XVIII en las principales ciudades de la América Española se establecieron organismos como las Sociedades Económicas de Amigos del PaÃs, que al igual que la Iglesia y las Universidades, contribuyeron a fortalecer esa unidad cultural común que ya habÃa comenzado a gestarse. Por eso, lo que el "indÃgena" de Ada Pérez representa no es otra cosa que el reverso mismo que no vemos, esto es, la unidad social y cultural de la América hispana que ha de ponerse en el proceso mismo de constitución de unas relaciones entre las partes de América que se han mediado a través de España. La noción de Hispanidad, que tantas adherencias negativas tiene hoy, cabrÃa reivindicarla precisamente en función de esas relaciones, que a través del español como idioma común siguen teniendo hoy plena vigencia.
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