"Cuenta la historia que el buscador de perlas de la zona gozaba de éxito por la gran cantidad de perlas que encontraba. Más no estaba contento, porque era conocedor de la existencia de una perla única, una perla negra con la cual soñaba. Deseaba tanto hallarla que cada vez que encontraba una perla blanca la desechaba. Continuó desechando perlas hasta que un día encontró la deseada perla negra.
El hombre corrió a ocultar su tesoro. Guardó la perla en un cofre, envuelta en un trapo de seda. No escatimó en seguridad para que la perla no se perdiera.
Al día siguiente el hombre decidió no volver a abrir aquel cofre para evitar que su perla negra se perdiera y volvió su mirada al mar donde tiró la llave del cofre.
había conseguido lo que buscaba durante años. ¿ Que haría ahora ?
La última temporada de búsqueda desechó el resto de perlas blancas y se había arruinado por completo. No tenía la llave para abrir su cofre y usar la perla negra.
Con el peso de su desdicha, el buscador reanudo su trabajo y volvió a buscar perlas blancas. Con el tiempo recuperó el valor de perlas perdido en el pasado. Tanto valor como había dejado de tener la perla negra, de la cual, ya ni se acordaba."

En el mejor de los casos lo que deseamos esta en equilibrio con lo que necesitamos y con lo que tenemos.
Otras veces no es así. Mientras miramos a lo lejos aquello que deseamos conseguir, olvidamos sentir y percibir lo que necesitamos en realidad.
Y la gran mayoría de veces experimentamos la perdida de lo que tenemos por la ilusión de obtener algo nuevo, diferente, idealizado.
No obstante, el deseo, visto desde el otro polo, es tan necesario como todo lo demás. En su justo equilibrio nos impulsa a tomar acción y obtener de forma completa nuestros propósitos.
Este es la primera obra de la serie. Obra a obra iremos desvelando el trasfondo de la triada de la realización compuesta por los deseos, las necesidades y todo aquello que tenemos o queremos.