Cuenta la leyenda que Parténope era una bella mujer, tan bella que la diosa Afrodita sentía celos de ella, a causa de esto, actuó transformándola en mitad humana, mitad pez. Tiempo después la joven sirena quedó prendada de Odiseo, al enterarse que este pasaría junto al Golfo de las Sirenas en su barco, acudió al lugar ocultándolo a sus hermanas para ser la única en cantarle a Odiseo. Este sabía del cautivador y mortal canto de las sirenas, por ello, Odiseo decide sacrificarse y ordena a sus compañeros que lo aten al mástil y que se pongan tapones en los oídos. Al llegar al Golfo, allí estaba Parténope, comenzando a cantar a sabiendas del riesgo que corría exhibiéndose ante aquél fuerte aventurero. Si una sirena canta a un humano y este no cae en sus brazos, la criatura muere, y esto fue lo que sucedió, por más que Parténope cantaba a Odiseo con todo el amor que sentía, no parecía funcionar, poco a poco su canto fue perdiendo fuerza y se tornó en quejidos, hasta finalmente fallecer. Su cuerpo ya sin vida fue arrastrado hacia la orilla del Golfo de Nápoles, donde los pescadores la recogieron y la enterraron con honor, posteriormente crearon un templo en su nombre.