La obra vestida de fuerza, forjada en el fuego es una imagen de una mujer que lo primero nos imprime y proyecta es mucha fuerza, junto a dos lobas que la acompañan y rodeadas de naturaleza, se puede apreciar como esa mujer empieza a cobrar, a sentir su yo más interior y lo plasma hacia el exterior.
Es un renacer un redescubrimiento de eso yo interno que incluso por encima de ella misma sale como un torrente toda esa energía, renovada , es como si esas dos lobas, junto a la naturaleza ,la acompañan y la observan recordándole quien es, observan tranquilas pero admirativas como brota de ella , toda esa luz, esa autodeterminación, como si estuvieran esperando que saliera esa transformación que ellas ya sabían que existía. La mujer está con brazos hacia arriba desnuda dejándose llevar por su verdadero ser, sabiendo que su fuerza reside en todos esos caminos donde se ha forjado, siempre estuvo ahí y ahora se deja llevar y empieza a admirar toda esa plenitud , extendiéndose hasta el más infinito. Es la reafirmación del ego protector, sano, de devolver la identidad, y la verdadera esencia que necesita brotar. A través de los colores verdes y blancos podemos ver ese nacimiento, con esas pinceladas, el peso recae en su cuerpo desnudo , en cada poro de nacen las emociones.
hacia afuera.
He querido plasmar, cuando una persona tiene una esencia e irradia esa luz tan vibrante que ciega a los demás, no puede cambiar su esencia, puede que a veces no la haya visto , pero mirándose de cerca y con atención brilla deslumbrando a todos aquellos que carecen de la misma. Las lobas están situadas cerca , admirándola y protegiendo esa fuerza con claridad , y justicia , acompañándola y siendo partícipes también de esa vibración. Nuestra protagonista nos hable de una vida nueva, fresca , armoniosa a través de sus colores.