Un puñado de hermosas flores creciendo libres en el jardín, su azarosa disposición nos recuerdan la armonía perfecta de la naturaleza. Varias plantas coronadas por sus flores aterciopeladas y dispuestas en aparente desorden, colocan al espectador dentro del jardín, disfrutando de un mundo diminuto y hermoso. Algunas en primer plano y otras más alejadas permiten sentir el espacio y la distancia entre ellas. El uso de la sanguina como medio expresivo otorga tibieza a la obra, haciendo latir la vida en una expresión simple y hermosa.