"Redes. Lo que aparece en internet es; lo que no aparece en internet no es."
Obra original, Óleo sobre Tabla, Pieza única
Precio: 4.500 €
Resumen de la obra original
Medidas: 120 ancho x 70 alto cm.
Año: 2024
Listo para colgar
Manual espiritual de instrucciones sobre la España vaciada
Un matrimonio, de la mano, visto a lo lejos de lo que cabe tras la luna recortada de un tractor, paradigma del campo. Un establecimiento hostelero, icónico para una generación –la de Saúl Alija-, el alquiler, el mundo de usar y tirar, que es quizá la forma más sutil de comerciar con la nada, lo inestable, lo que no permanece. Un perfil en una red social en internet, la venta del cuerpo, de lo que somos, la materialidad que nos hace. Alija aborda la experiencia de quedarnos sin agarraderos sólidos, firmes, duraderos. Y el diálogo, la palabra y la Palabra, que nos fundan, nos arraigan, nos brindan horizontes.
Hace unos años escribí que «el mundo rural es otra forma de entenderse en el mundo, de posicionarse y tomar postura ante él». (“La otra España vaciada”, EL NORTE DE CASTILLA, 16 de abril de 2019, pg. 28). Desde luego, quienes hayan vivido en el rural y no lo conozcan solamente de escapada de fin de semana o de las vacaciones de estío, comprenden que el mundo rural entraña otra forma diferente de ser hombre, de desenvolvernos en sociedad (normalmente minúscula) y de relacionarnos con el medio. Y seguramente perciban también que, en buena parte, hemos impuesto al mundo rural el modo de vida urbano contemporáneo, tan distante, exportándole una forma de ver el mundo que poco tiene que ver con la suya. Aunque, en verdad, cada vez ya menos. Quizá el mundo rural esté dispuesto a devolvernos hoy algunas preguntas.
Saúl Alija es doblemente subversivo con esta muestra en el MECYL. Plantea, a bocajarro, una pregunta por nuestra forma de ser hombre y mujer, los valores que nos mueven, las demandas que exigimos, las aspiraciones que nos alientan. Lo que mueve el mundo, en definitiva. Alija ofrece al espectador parada y fonda para pensar y pensarnos. Y propone. Con sentido crítico. No se queda en la mera denuncia efectista. Dialoga paralelamente con el mundo urbano y rural. Busca en las fuentes de la fe, de la introspección personal e incluso del cristianismo un intento de diálogo del mundo rural con el contemporáneo. ¿Alguien dijo que la etnografía era solamente un objeto de museo o mero motivo de representación enlatada en fiestas populares? Quizá esté más viva que nunca y nos hable más claro que jamás haya hecho hasta ahora -debido a la mayor distancia con nosotros-. «No seáis indignos de vuestros abuelos», nos dijeron una vez. Tampoco los espectadores de esta muestra. Así lo deseamos.
Rafael Ángel García-Lozano
Comisario
Un matrimonio, de la mano, visto a lo lejos de lo que cabe tras la luna recortada de un tractor, paradigma del campo. Un establecimiento hostelero, icónico para una generación –la de Saúl Alija-, el alquiler, el mundo de usar y tirar, que es quizá la forma más sutil de comerciar con la nada, lo inestable, lo que no permanece. Un perfil en una red social en internet, la venta del cuerpo, de lo que somos, la materialidad que nos hace. Alija aborda la experiencia de quedarnos sin agarraderos sólidos, firmes, duraderos. Y el diálogo, la palabra y la Palabra, que nos fundan, nos arraigan, nos brindan horizontes.
Hace unos años escribí que «el mundo rural es otra forma de entenderse en el mundo, de posicionarse y tomar postura ante él». (“La otra España vaciada”, EL NORTE DE CASTILLA, 16 de abril de 2019, pg. 28). Desde luego, quienes hayan vivido en el rural y no lo conozcan solamente de escapada de fin de semana o de las vacaciones de estío, comprenden que el mundo rural entraña otra forma diferente de ser hombre, de desenvolvernos en sociedad (normalmente minúscula) y de relacionarnos con el medio. Y seguramente perciban también que, en buena parte, hemos impuesto al mundo rural el modo de vida urbano contemporáneo, tan distante, exportándole una forma de ver el mundo que poco tiene que ver con la suya. Aunque, en verdad, cada vez ya menos. Quizá el mundo rural esté dispuesto a devolvernos hoy algunas preguntas.
Saúl Alija es doblemente subversivo con esta muestra en el MECYL. Plantea, a bocajarro, una pregunta por nuestra forma de ser hombre y mujer, los valores que nos mueven, las demandas que exigimos, las aspiraciones que nos alientan. Lo que mueve el mundo, en definitiva. Alija ofrece al espectador parada y fonda para pensar y pensarnos. Y propone. Con sentido crítico. No se queda en la mera denuncia efectista. Dialoga paralelamente con el mundo urbano y rural. Busca en las fuentes de la fe, de la introspección personal e incluso del cristianismo un intento de diálogo del mundo rural con el contemporáneo. ¿Alguien dijo que la etnografía era solamente un objeto de museo o mero motivo de representación enlatada en fiestas populares? Quizá esté más viva que nunca y nos hable más claro que jamás haya hecho hasta ahora -debido a la mayor distancia con nosotros-. «No seáis indignos de vuestros abuelos», nos dijeron una vez. Tampoco los espectadores de esta muestra. Así lo deseamos.
Rafael Ángel García-Lozano
Comisario
Obra Original
Pieza Única
Incluye Certificado de autenticidad
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Normalmente se enviará en un plazo de 5-10 días laborables desde que se haga efectivo el pago.
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Publicado en ARTEnet desde: 06 Julio , 2023
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Detalles de la obra original
Pintura Óleo sobre Tabla
Medidas: 120 x 70 cm.
Año de creación : 2024
Listo para colgarEstilo / Tema
Estilo: Minimalismo
Temática:- Cine y Celebridades
- Moda
Resumen
Un perfil en una red social en internet, la venta del cuerpo, de lo que somos, la materialidad que nos hace.Descripción
Manual espiritual de instrucciones sobre la España vaciada
Un matrimonio, de la mano, visto a lo lejos de lo que cabe tras la luna recortada de un tractor, paradigma del campo. Un establecimiento hostelero, icónico para una generación –la de Saúl Alija-, el alquiler, el mundo de usar y tirar, que es quizá la forma más sutil de comerciar con la nada, lo inestable, lo que no permanece. Un perfil en una red social en internet, la venta del cuerpo, de lo que somos, la materialidad que nos hace. Alija aborda la experiencia de quedarnos sin agarraderos sólidos, firmes, duraderos. Y el diálogo, la palabra y la Palabra, que nos fundan, nos arraigan, nos brindan horizontes.
Hace unos años escribí que «el mundo rural es otra forma de entenderse en el mundo, de posicionarse y tomar postura ante él». (“La otra España vaciada”, EL NORTE DE CASTILLA, 16 de abril de 2019, pg. 28). Desde luego, quienes hayan vivido en el rural y no lo conozcan solamente de escapada de fin de semana o de las vacaciones de estío, comprenden que el mundo rural entraña otra forma diferente de ser hombre, de desenvolvernos en sociedad (normalmente minúscula) y de relacionarnos con el medio. Y seguramente perciban también que, en buena parte, hemos impuesto al mundo rural el modo de vida urbano contemporáneo, tan distante, exportándole una forma de ver el mundo que poco tiene que ver con la suya. Aunque, en verdad, cada vez ya menos. Quizá el mundo rural esté dispuesto a devolvernos hoy algunas preguntas.
Saúl Alija es doblemente subversivo con esta muestra en el MECYL. Plantea, a bocajarro, una pregunta por nuestra forma de ser hombre y mujer, los valores que nos mueven, las demandas que exigimos, las aspiraciones que nos alientan. Lo que mueve el mundo, en definitiva. Alija ofrece al espectador parada y fonda para pensar y pensarnos. Y propone. Con sentido crítico. No se queda en la mera denuncia efectista. Dialoga paralelamente con el mundo urbano y rural. Busca en las fuentes de la fe, de la introspección personal e incluso del cristianismo un intento de diálogo del mundo rural con el contemporáneo. ¿Alguien dijo que la etnografía era solamente un objeto de museo o mero motivo de representación enlatada en fiestas populares? Quizá esté más viva que nunca y nos hable más claro que jamás haya hecho hasta ahora -debido a la mayor distancia con nosotros-. «No seáis indignos de vuestros abuelos», nos dijeron una vez. Tampoco los espectadores de esta muestra. Así lo deseamos.
Rafael Ángel García-Lozano
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